“SOY ESCRITOR
CADA DÍA, PERO LECTOR CADA SEGUNDO”
Saiury Calcaño
http://www.listindiario.com/ventana/2014/11/8/344573/Soy-escritor-cada-dia-pero-lector-cada-segundo
Integrante del
Taller de Narradores de Santo Domingo, Rodolfo Báez ha hecho camino y se le
reconoce como una de las nuevas promesas de las letras nacionales.
Valor. Rodolfo Báez se
ha abierto paso en el mundo de las letras por su constancia, su creatividad y
su talento.
Dejó
siendo menor de edad Rancho Arriba en Ocoa, tras un sueño. Al llegar a Santo
Domingo, encontró un medio de escape a toda la mediocridad e hipocresía
acompañado con la soledad que se vive al ser un desconocido en la capital: la
literatura.
Sin
embargo, su amor por las letras no es un amor capitaleño, viene desde su infancia.
“Desde el campo escribía. Fue mi primera novia”, expresa Rodolfo Báez,
periodista y escritor.
Aunque
a su corta edad ha escrito una docena de libros, se considera más un lector que
un escritor.
“Soy
escritor cada día, pero lector cada segundo. Podría darse el caso de que un día
no escriba nada, pero desde hace más de 15 años no he pasado ni un solo día sin
leer. Borges dijo “Que otros se jacten de lo que han escrito, a mí me
enorgullece lo que he leído”.
Al
cuestionarlo sobre sus autores favoritos confiesa que se le es difícil escoger
entre tantos. “Creo que es como a un padre preguntarle por su hijo favorito. Me
gustan tanto dependiendo del género, por ejemplo en cuentos, Poe, Cortázar,
Rulfo, Ambrose Bierce, Rubén Darío, Chejov..., novelas, Víctor Hugo, Ernesto
Sábato, Arturo Pérez-reverte, Dan Brown, de nuevo Rulfo, ... Poesía, Darío,
otra vez, Neruda, Quevedo...”
El aprendizaje
dentro del Taller
Báez,
quien es miembro del Taller de Narradores de Santo Domingo, cuenta cómo ingresó
a lo cual él mismo define como una escuela magnifica donde ha aprendido a tomar
la literatura en serio, donde se estudian técnicas literarias y encuentras un
espacio a donde perteneces con un grupo de personas con los mismo intereses que
tú.
“En
2009 publiqué en la feria del libro un poemario, El silencio de mi alma.
Valentín Amaro me invitó a un grupo que se reunía los viernes en el Ministerio
de Cultura, cuando eso todavía no existía el Taller, por inconveniente con una
materia tuve que ausentarme durante un semestre y cuando volví en enero, ya
existía el grupo”.
Trabas de un
escritor
“Si
pudiera dedicarme a la literatura sería un sueño, pero en los experimentos de
país, como éste, eso no pasa. Espero que alguien me calle la boca y cuando se
publique esto aparezca alguien que me diga, mira te voy a pagar un sueldo
mensual para que me entregues un libro de calidad cada año. Pero sabes que eso
es sólo producto de mi mente fantasiosa”, manifiesta con una mirada que observa
de manera objetiva la realidad.
Y
luego busca la razón: “¿Por qué? Yo creo que como país necesitamos ser
reconocidos a nivel mundial o internacional como un país de escritores, y da
pena que los pocos que tenemos, Junot Díaz y Rita Indiana, sean escritores
nuestros pero que tuvieron que aprovechar las facilidades de otro lugar para
alcanzarlo”, considera.
Más reciente obra
“La
última crónica del infierno” está conformada por historias que difieren una con
la otra. Caracterizada por la sinceridad y el sarcasmo de Báez, presenta el
cuadro que narra de manera inequívoca en la mente de lector.
El
uso de versos conjugados con prosa y el toque surrealista sale a relucir en
este libro pequeño, que no contabiliza sus páginas, por ocurrencias del autor
que con estas y sus obras pasadas demuestra que para ser escritor hay que jugar
con las letras hasta sacar de ellas una historia novedosa que contar.
Una temática
diferente
Los
géneros literarios a los cuales le dedica más tiempo son al cuento y la novela.
“Ya casi nunca escribo poesía. Pero el cuento es fantástico, puedes probar e
inventar mucho, que me encanta. También lo hago con las novelas”.
Sin
embargo, revela que la ciencia ficción es ahora su blanco.
“Me
he casado con la ciencia ficción, por varios motivos: como jóvenes escritores
debemos alzar el vuelo y olvidarnos de los mismos personajes de historia
plasmados en el papel. A nuestros libros le hace falta aventura,
imaginación. Los que nos hacemos llamar
escritores presentamos un panorama tan patético en los libros que al que los
abre le da la sensación de haberse parado ante un cadáver en descomposición”.
Exhorta
a los jóvenes a cambiar esta dinámica y ofrece la esencia para desarrollar esta
capacidad: “Primero que lea, después que lea más, y al final, vuelva a leer. La
buena literatura sale de las buenas lecturas. Un buen escritor es un buen
lector. Un escritor se conoce por lo que escribe y lo que se escribe depende de
lo que alimente tu imaginación”, concluye de manera rotunda como quien sueña
con ser, más que un escritor, un lector implacable.